Es posible que al escuchar o leer una de las muchas noticias que salen periódicamente en medios de comunicación sobre tarjetas revolving y los problemas económicos que genera en muchos usuarios la tenencia de uno de estas tarjetas, te preguntes si la tarjeta de crédito que te vendió tu banco hace un tiempo es o no uno de estos créditos al consumo.

A continuación te explicamos de una manera sencilla y comprensible las principales diferencias entre tarjeta revolving y tarjeta de crédito.

¿Tarjeta de crédito o tarjeta revolving?

La principal diferencia entre una tarjeta revolving y una de crédito “convencional” es su funcionamiento. Si bien con ambas se aplaza el pago del gasto realizado, con la tarjeta de crédito común esa deuda se abona en su totalidad el día fijado en el contrato firmado con la entidad financiera, normalmente a final de mes. Por su parte, con la tarjeta revolving se abona a plazos, en cuota fijas mensuales. Una cuota que se estipula en la firma del contrato del crédito revolving y que lleva a aparejado unos elevados intereses que, incluso, el Tribunal Supremo ha considerado como usura cuando superan la media de los intereses de las tarjetas de crédito, aproximadamente, cuando supera el 20%.

Esta principal diferencia entre tarjetas revolving y tarjetas de crédito convencionales da lugar a una segunda diferenciación entre ambas. Es la siguiente: los créditos de las tarjetas revolving se renuevan cuando llega el siguiente plazo de pago, pues al ser una cuota fija mensual, si el gasto con la tarjeta revolving supera esa cuota, esa cantidad se acumula. Y no solo esto, además, hay que sumarle los ya citados elevados intereses y comisiones que se aplican en este tipo de crédito al consumo. En las tarjetas de crédito que todos tenemos en mente, las que siempre se han usado, el consumidor abona el día estipulado el gasto que ha realizado con la tarjeta de crédito, así como los intereses que se le pudiera aplicar, pero no se acumula a otro mes.

En definitiva, con las tarjetas revolving, pese a que el consumidor pague todos los meses la misma cuota, la deuda aumenta mes a mes, por lo que a más tiempo de posesión de dicha tarjeta, mayor deuda se genera. Esto no ocurre con las tarjetas de crédito, pues la cuota del mes varía en función del gasto pero no se acumula.