Hoy en día cualquier persona con su móvil puede hacer un pedido de comida a domicilio, pagar el envío, remitir un telegrama y hasta presentar su declaración de la Renta. Las nuevas tecnologías permiten al ciudadano un abanico de operaciones de la vida diaria de los que el mundo del Derecho no puede sustraerse. Además del derecho digital, que se ocupa de la regulación de las relaciones nacidas dentro de ese ámbito tecnológico, el momento actual supone una oportunidad para el emprendimiento dentro de un sector, el legal, que también está cambiando tanto de puertas para adentro, como en su relación con el ciudadano. Hablamos de Legaltech.
¿Qué es Legaltech? Legal + tecnología. Esa sería la primera y más clara aproximación al concepto Legaltech, la unión de lo tecnológico y lo legal para ofrecer soluciones de calidad en cualquiera de los ámbitos que demanda la sociedad, porque ¿quién no necesita un abogado o asesoramiento legal? Lo que cambia con el Legaltech es la forma en la que se accede a los servicios legales y dentro de tal concepto se incluyen la creación y uso de aplicaciones y programas que:
Como todos los procesos relacionados con la transformación digital, el Legaltech pone al cliente en el centro de toda la estrategia y le ofrece soluciones personalizadas para facilitar, en este caso, la resolución de trámites y gestiones de forma rápida y sencilla.
Se trata de usar la tecnología para aportar un valor añadido a lo que actualmente estaba ofreciendo la abogacía. Dejar a atrás el sector jurídico tradicional y dar entrada a software y herramientas que permitan cambiar la relación entre el ciudadano y los servicios legales.
Pero no sólo se aplica a los servicios ofrecidos a terceros. Las empresas del sector Legaltech utilizan la tecnología para acelerar las gestiones, abaratar costes y facilitar el día a día de los abogados y otros actores jurídicos. En definitiva, la tecnología está al servicio del abogado, quien a su vez está al servicio del cliente.
Las empresas Legaltech que prestan servicios jurídicos responden a esa facilidad de acceso al asesoramiento y defensa del ciudadano: ya no hace falta pedir cita, ni desprenderse de la documentación para que un abogado estudie la viabilidad del caso en un tiempo más o menos dilatado; mediante el uso de la tecnología y aplicando en muchos casos la inteligencia artificial (IA), el futuro cliente podrá enviar su consulta y sus documentos y de manera inmediata se le dará respuesta sobre la viabilidad de su pretensión, o se le redactará el contrato que precisa.
Si fuera necesario asumir su defensa, los recursos tecnológicos abreviarán al máximo los tiempos de trabajo, aumentarán el nivel de información al cliente, y todo ello sin desmerecer la calidad de los servicios jurídicos, pues detrás de toda la innovación digital, al final, siempre se encuentra un equipo de abogados especialmente entrenado y capacitado, como los de reclamador.es, para resolver jurídicamente los asuntos, pero que no perderán horas en la búsqueda de sentencias, ni en el examen ni selección de los documentos necesarios, porque con su experiencia habrán implementado el “aprendizaje” a los programas y sistemas que se encarguen de ello.
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Muy buena explicación de este término tan empleado en el mundo del derecho. saludos
Gracias Laura