Las transacciones con acciones deben anotarse en la declaración de la renta (IRPF), bien como pérdida o como ganancia, descontando el cobro realizado por la entidad intermediadora. La tasa es de 19 al 23% para los años 2016 a 2018.
Los tributos por compra y venta de acciones se calculan sobre la ganancia. Por ejemplo, un inversionista compra una acción en 100 euros, la conserva durante dos años (en ese período no generan cargas impositivas) y las vende en 150 euros.
Esos 50 euros de diferencia estarían sujetos al impuesto de 19% para 2016 y pagarían 9,5 euros como tributo de renta.
Pero la tasa de impuesto varía con la ganancia: 19% hasta 6.000 euros en el año, 21% de 6.000 a 50.000 euros y 23% a partir de ese monto.
Continuando con el ejemplo, esos 50 euros de ganancia están sujetos a las comisiones del intermediador (banco, casa de bolsa).
Con ello, el monto que tributa baja, porque la comisión (que suele estar en 0,2 a 0,6% del monto invertido) resta una parte de la ganancia por la cual no se paga impuestos.
El caso contrario, que la acción baje de precio, también se declara en la renta porque constituye una pérdida patrimonial y puede compensar otras ganancias obtenidas en el ejercicio.
La acción es una participación en la propiedad de una empresa y a la vez es una posibilidad de financiación, desde el punto de vista de la empresa.
Además, constituye una inversión en renta variable, porque varía en el tiempo y no mantiene una evolución previsible. Por ello, pueden generar pérdidas o ganancias en un período determinado, dependiendo de los resultados de la empresa.
Las personas entran en el negocio de las acciones para obtener una mayor rentabilidad para su dinero que si lo colocaran en la banca, mientras que las empresas logran menores gastos de financiación a través de este mecanismo.
La ganancia se genera cuando se cumplen las expectativas y Hacienda cobra por el enriquecimiento del patrimonio.
Pero existen diversas modalidades de inversión: la directa, en la cual se adquieren los títulos a través de los brokers, y las indirectas, como fondos de inversión y de pensiones.
En el primer caso se tributa para la compra y la venta y las inversiones colectivas en fondos tienen su propia fiscalidad.
La declaración de IRPF incluye una casilla para estas ganancias y pérdidas por transmisión de acciones, como parte de los impuestos al ahorro.
Hay que tener en cuenta que existen algunos detalles relevantes que pueden condicionar los pagos, como la fecha y dimensión de la transacción, y su incidencia en las tasas debe estudiarse para cada caso particular.
Otro factor determinante reside en el lugar de la transacción, porque algunas comunidades autónomas pueden requerir pagos adicionales.
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