Aproximadamente un 15% de la población española en edad fértil buscará en algún momento de su vida consejo o ayuda médica por una posible situación de esterilidad según la Sociedad Española de Fertilidad. Esto es debido a que nuestra capacidad reproductiva es cada vez más baja. Por ejemplo, la fecundidad mensual máxima de una pareja de menos de 30 años no es superior al 30%. Y cada vez se va reduciendo más por diversas circunstancias.
Por ello, son cada vez más las personas que solicitan un estudio por esterilidad y que son propensas a someterse a un tratamiento de reproducción asistida. Así, es importante saber cómo hay que actuar correctamente en estas situaciones o si se produce una negligencia médica.
Con reproducción asistida, nos referimos al conjunto de tratamientos médicos destinados a resolver los problemas de fertilidad que puedan afectar tanto a la mujer como al hombre. De esta forma, se favorece que se pueda producir un embarazo.
La especialidad de estos tratamientos está en que los avances médicos en esta materia están siendo muy rápidos en los últimos años. Y esto requiere una adaptación rápida tanto de los profesionales sanitarios como de las leyes que los regulan.
Entre las técnicas que están contempladas dentro de este concepto se encuentran:
Como hemos comentado en posts anteriores, en este caso también nos encontramos ante un tratamiento “satisfactivo”. Por tanto, se busca un resultado concreto, es decir, producir un embarazo.
Hay dos cuestiones muy importantes en este tipo de tratamientos.
Mediante este estudio se podrá realizar el diagnóstico adecuado. Es decir, determinar la causa por la cual la pareja o persona no está pudiendo concebir. Para ello, es necesario realizar un estudio a la persona o personas que están interesadas en realizar este tipo de tratamientos. .
El segundo es el diagnóstico. Éste va a ser fundamental a la hora de determinar la técnica a desarrollar, por lo que, un estudio erróneo o incompleto puede conllevar que se aplique un tratamiento no adecuado, y por tanto, que no sea efectivo.
En este tipo de procedimientos ha de ser especialmente exhaustiva. Tiene que incluir la explicación de la técnica que se va a desarrollar. También los beneficios que tiene con respecto a otras técnicas y qué riesgos conlleva, tanto generales para ese tipo de intervención, como específicos para el paciente en concreto.
Existen otro tipo de errores que se deben al manejo de las muestras biológicas, altamente sensibles, durante la realización del tratamiento.
No son infrecuentes, por ejemplo, los casos en los que, en un tratamiento de inseminación artificial, se confunde la muestra de semen. Esto produce que la paciente queda fecundada con el semen de otra persona distinta a su pareja.
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