Santi Ibarretxe, saxofonista: “cuando reclamas siempre tienes la esperanza de que ocurra lo mejor, ¡y así ha sido!”

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Santi Ibarretxe ha reclamado un retraso en un vuelo de Lanzarote a Madrid y ha obtenido 400 euros de indemnización

Esta semana conocemos a Santiago Ibarretxe (Bilbao, 1964) que ha reclamado un retraso de más de cuatro horas en un vuelo y ha obtenido con nosotros 400 euros de indemnización.

Santi, como prefiere que le llamemos, es un compositor-saxofonista-cantante educado entre el clásico y el jazz. Nació en el País Vasco hace 52 años y residió en la capital vizcaína hasta que en 1989 se instaló en Copenhague (Dinamarca), donde profundizó con el jazz y diversos estilos como la música brasileña y la salsa. En la capital danesa permaneció nueve años. A su vuelta a España, ya en 1998, echó raíces en Madrid donde formó con el pianista Fran Rubio el cuarteto Khatorno. También ha compuesto seis bandas sonoras para el cine y en 2003 formó parte del grupo de acompañamiento de Carmen París en la gira Pa’mi genio. Actualmente continúa componiendo bandas sonoras para teatro y televisión y ahora, Santi, por fin ha dado forma a su sueño con la obra Primital.

En los pocos ratos libres que el lanzamiento de su tercer disco le permite, este saxofonista, que ha trabajado con artistas de la talla de Antonio Vega, Miguel Ríos, Miguel Bosé, Víctor Manuel y Ana Belén, ha querido contarnos su incidente con Ryanair y por qué se animó a reclamar con nosotros.

Te contamos su historia:

Hola Santi. ¿Qué te llevó a reclamar?

Tuve un retraso en el vuelo de un montonazo de horas. ¡Un retraso monumental de más de cuatro horas!

¿En serio? ¿Y cuál era tu vuelo?

Hace tres años, en noviembre, venía de Lanzarote a Madrid y debido a que tuvimos que esperar el vuelo tanto tiempo tuve que coger un taxi que me costó 43,5 euros, que también he reclamado.

¿Cómo nos conociste?

Al llegar a Madrid. Estabais ayudando a los hastiados viajeros a hacer la reclamación y nos pareció muy buena idea.

¿Confiabas en ganar?

La verdad es que no demasiado, pero tampoco había nada que perder. Cuando reclamas siempre tienes la esperanza de que ocurra lo mejor, ¡y así ha sido!