Con la llegada de la primavera y el aumento de las temperaturas, son muchas las personas que deciden desempolvar sus bicicletas y salir a dar un paseo. Y ya sea por la montaña o por los caminos habilitados en el corazón de la ciudad, existe, en en ambos casos, un máximo común: las obligaciones, responsabilidades y derechos de los conductores de estos vehículos. Y es que, aunque a priori el manejo de los velocípedos sea algo recreativo, no hay que olvidar que se trata de una actividad sujeta a ciertas normativas.
Por ello, queremos recordarte algunos de los aspectos jurídicos más importantes que debes tener en cuenta a la hora de subirte en el sillín, transportar la bicicleta, ir con niños en ella o tener un accidente. ¡Vamos!
Si eres ciclista, o acostumbras a salir con tu vehículo de pedales, es muy importante que respetes la legislación vigente. Recuerda que, de no hacerlo, podrás enfrentarte a una serie de sanciones económicas. Estas son las principales:
Son muchas las familias que aprovechan los fines de semana para salir a dar un paseo en bicicleta. Y, aquellas en las que hay niños pequeños –por seguridad y comodidad– deciden, mayoritariamente, transportarlos en su propio vehículo mediante un dispositivo de retención. Pero, ¿cómo hacerlo de manera correcta y qué sillita es mejor en cada caso? Existen varias opciones:
Atropellar a un peatón, ser arrollado por otros vehículos o caídas. Son algunas de las maneras más habituales por las que un ciclista puede sufrir daños derivados de la conducción de un velocípedo. En cualquier caso, la manera de hacer frente a cada una de estas situaciones, será distinta en función del accidente ocasionado. Fíjate:
Sea como fuere, cuando un ciclista sufre daños en un accidente, es recomendable seguir una serie de pautas de actuación para que reclamar esa indemnización a la compañía de seguros sea lo más ágil posible. Esos pasos son: llamar a los cuerpos de seguridad y servicios sanitarios en caso de haber heridos; solicitar los informes médicos, también en caso de haber sufrido lesiones; recopilar datos (fotografías, mensajes, tickets del material que se haya podido dañar, etc.); y, finalmente, reclamar a la aseguradora, a quien se entregará toda la documentación que se tenga.
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